viernes, 30 de diciembre de 2011

Fin de año III

Dos grandes hechos históricos han cumplido una nueva década en este año que termina. 1991 fue el año que los medios masivos de la comunicación mundial titulaban con la frase “El fin de la historia” o “El final de las ideologías”. A aquellos que militaban y creían en una opción distinta al crudo liberalismo de los yanquis una fría sensación de derrota les recorría el cuerpo mientras que otrxs brindaban por un supuesto triunfo. Diez años más tarde en nuestro país se dio la movilización popular más grande de los últimos años que repudiaba al modelo triunfante y hegemónico desde aquel diciembre del, 91, el pueblo todo le dijo BASTA a las políticas neoliberales que durante muchos años le hicieron creer a muchxs que eso era el progreso y el bienestar.
Estos momentos de nuestro tiempo han dejado una gran marca en todxs lxs que creemos en que una sociedad más justa es posible, en muchos casos no hemos vivido estos acontecimientos, pero sentimos que estos viven en nosotrxs y nos demuestran día a día que es mentira que se han terminado las ideologías y que juntxs podemos avanzar.
A lo largo de la historia podemos encontrar acontecimientos que han servido y sirven aún hoy como guía y ejemplo para seguir, y cuando no sabemos para donde agarrar o sentimos que nuestras fuerzas se agotan solo debemos mirar hacía atrás y tomar aquellos gritos populares para avanzar, por que como dice una canción militante “…la patria grande que aquellxs soñaron la empezamos a andar.”
En este fin de año que se acerca sentí que era necesario hacer aunque sea mención a estos momentos de nuestra historia que nunca debemos olvidar.
En horas nomás muchxs levantarán sus copas y brindaran felices, con sus familias y amigxs, por un nuevo año que comienza.
Como es costumbre en los últimos años les dejo este pequeño poema para que pensemos por que brindamos cuando levantamos nuestras copas.
Este a diferencia de otros 31 cuando levante la copa mi brindis será para alguien que ya no está pero que sigue y seguirá siempre presente. Salu!!

Cuando la desesperanza nos ronde las esquinas
Cuando la desilusión golpee nuestras puertas
Cuando nos parezca ver un eclipse de horizontes
Cuando la tristeza intente sentarse a nuestra mesa
levantemos las copas o los vasos
y brindemos con el amor
con la seguridad en nuestras ideas
con el optimismo histórico
de que finalmente vamos a cambiar
la historia, el mundo y nuestros destinos
y a esta maldita realidad
la VENCEREMOS

Autor: Rubén Amaya

sábado, 17 de diciembre de 2011

Fin de año II

Este año, como muchos otros, escribo el balance del año mientras voy recordando lo sucedido en este.
Estas líneas van a estar absolutamente marcadas de dolor y desconcierto, por que a pesar de algunos puntos positivos, por llamarlos de algún modo, que ha tenido el año, la perdida física de un ser querido muy importante en mi vida está por sobre todo aquello que tal vez me ha producido bienestar o alegría a lo largo del 2011.
Como siempre estas fechas de fin de año, de cierre de actividades o ciclos lectivos, están marcadas por el recuerdo y la reflexión de todo lo ocurrido. Como dije en el texto del año pasado, estos últimos no han tenido fuertes motivaciones que me lleven a la “reflexión” o a sentarme a escribir sobre lo ocurrido.
Hoy, sábado, falta una semana para la fiesta de Navidad. Hasta el año pasado esta era una semana en la que mi quehacer cotidiano estaba prácticamente abocado a estas dos últimas fiestas del año, la particularidad de estas ocupaciones era que en su mayoría las llevaba a cabo con esta persona que hoy ya no está, mi abuela Betty. El evento que daba inauguración a esta semana era, generalmente, el espectáculo musical “Cantemos la Navidad”, que si bien siempre digo que no soy creyente en lo absoluto es algo que desde hace muchos años atrás iba a escuchas todos los años. Luego venía el acompañar a mi abuela a comprar el regalo para los empleados de la fábrica, que por lo general nos llevaba toda una tarde y por último una o dos jornada internados en la cocina donde entre otras cosas hacíamos, desde hace unos años, pan dulce casero.
No existe una fórmula o receta que nos diga como debemos actuar o continuar nuestras vidas cuando nos sorprende un hecho semejante, y es tal vez por ello que querer hacer un balance del año me resulta imposible.
Quizás estas no sea las mejores líneas que haya escrito ni reflejen exactamente lo que me gustaría, pero en esta circunstancia no puedo hacer otra cosa más que mantener bien firmes los recuerdos y seguir.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Hace exactamente un mes y cuatro días que no esbozo siquiera una línea en el papel, si es que a la virtual hoja en blanco de la computadora podemos llamarle papel, no he podido darle forma a la ideas. Hoy al ver unas imágenes y escuchar el relato ficticio de un actor en el lugar de un escritor argentino que como consecuencia de muchos de sus texto hoy no podemos contar con su presencia física.
En uno de estos textos hecho relato el autor cuenta su necesidad de volver en cuanto puede a su pueblo natal, de escaparse de la gran ciudad capital para recorrer nuevamente esos caminos de tierra, las calles del pueblo y sentarse bajo un árbol a escribir sus cuentos. Agrega a su recorrido por el pueblo y sus recuerdos de este años atrás el de sus juegos de niño y el correr hasta llegar a este árbol en el que todavía hoy (por el presente del relato) se recuesta con cuaderno y su birome. Las imágenes que el director del film eligió para esta voz son las del pueblo en aquellos años, de los niños corriendo en el verde y jugando detrás del camión que pasa regando los largos y secos caminos rurales.
La historia sigue con otros textos y testimonios, pero estas imágenes acompañadas de las palabras de este escritor fueron, creo yo, la principal motivación para que este sentado frente a la moderna máquina de escribir con esta falsa hoja blanca.
Si bien no existen coincidencias tal cuales se pueden suponer, si hay en este fragmento de la película muchas similitudes con aquello que viví de niño en un pueblo a no más de 17km de Rosario, tampoco es el campo tal cual podemos imaginárnoslo, con muy pocas casas, mucho terreno libre de árboles con un pueblo de unas pocas manzanas de no más de trecientos habitantes. Este es un pueblo, ahora ciudad, con muchas casas tipo quintas o de fin de semana, con poco campo sembrado y un pueblo, o centro urbano, más grande con algo de pavimento y algún que otro negocio.
Hoy es una ciudad con muchas más casas quinta, con el poco campo sembrado de soja y un centro urbano plagado de pequeños negocios. Así y todo sigue siendo aquel en el que no hace mucho jugábamos y recorríamos en bicicleta.
No es casual en tanto tiempo después sea este el tema elegido para escribir estas pocas líneas. De a poco y sin apuro la cabeza va entendiendo y llevando adelante procesos necesarios, pero no siempre fáciles de llevar a cabo.